Saludos de Reflexiones de Fe.

Desde muy jóvenes no tenemos conciencia de la importancia de tener buenos hábitos alimenticios.  Damos por hecho que nuestro organismo no presentará daño alguno y estará siempre trabajando sin mayores problemas. A fin de cuenta, las enfermedades ocasionadas por los malos hábitos alimenticios no producen dolor, olvidándonos por completo de nuestra salud.

Sin embargo, los especialistas en el tema han manifestado en diferentes medios de comunicación, que las enfermedades crónicas se deben a falta de conocimiento y acerca de no comer sanamente. No obstante, cuando se llega a la tercera edad es que se reflexiona sobre este particular, y la persona en la  búsqueda de la vida, comienza a interesarse por alimentarse mejor. Y en muchos casos, ya es tarde, entonces ya consciente de su realidad, seguramente se preguntará, ¿por qué no me cuide a tiempo?

En algún momento de la vida nos sentimos mareados y pensamos ¿Será que tengo la tensión alta o baja?, acudimos al médico, nos hacen un examen de sangre y se descubre que tenemos el colesterol, los triglicéridos, elevados por la cantidad de grasas que ingerimos. Además, existen otras enfermedades producto de ello como: La arterioesclerosis coronaria, cerebral o de las extremidades, hipertensión arterial, cálculos en la vesícula, obesidad, diabetes, problemas en al colón, deficiencias de proteínas, energía y minerales, estreñimiento, problemas en el crecimiento, insuficiencias renales, entre otros. Sumado a esto, se encuentran los hábitos del tabaco, el alcohol, el consumo de alimentos a destiempo, el exceso de café, y por supuesto las tensiones y preocupaciones que ocasionan la vida moderna. Produciendo de éste modo, males crónicos degenerativos a nuestro cuerpo, asimismo, la falta de ejercicios que se encuentra fuera de nuestro itinerario.

Las causas que ocasionan todos estos males, están relacionadas al consumo de alimentos escasos de vitaminas y minerales en su mayoría por el exceso de grasas y carbohidratos, como: Las hamburguesas, pizzas, alimentos procesados, congelados o que pueden haber sufrido alteraciones en sus valores nutricionales.

A pesar de saber que las hamburguesas son, en muchas oportunidades un antojo que deseamos satisfacer, es importante tomar consciencia, y prepararlas en casa con ingredientes que no hagan daño al organismo, eso una bendición, porque cuidamos nuestro cuerpo, que es templo del Espíritu Santo.

Así que, cuando no nos alimentamos balanceadamente se produce una alarma y comienza una disminución de algunas hormonas y enzimas, e igualmente hay una baja de energía para trabajar durante el día.

Sobre este particular, Dios no fue ajeno, podemos apreciar que desde la creación Él creó todo alimento con abundancia, calidad y variedad. El libro de Génesis 1:29-30 dice:



 29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y    todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. [1]

Dios es tan amoroso con sus hijos que creó plantas que al comerlas nos proporcionan sustancias y minerales que necesita nuestro organismo: como la espinaca que nos proporciona hierro, la zanahoria rico en vitamina A, B, B2 y C, también, calcio, hierro, silicio, potasio, sodio, fósforo y magnesio. La granada, la acelga, los cereales, el berro, berenjena, entre otros.

La Sagradas Escrituras nos enseña sobre la abundancia de su creación para cuidarnos, alimentarnos y sanar de manera integral nuestro organismo, con el fin de mantener una buena salud.

Puedo entender, que como seres humanos debemos disfrutar de los beneficios de la creación alimenticia que nos proporciona Dios, para mantener un cuerpo sano, lleno de vitalidad. Dios quiere que vivamos mucho tiempo y que lo hagamos con una buena calidad de vida.





[1] Reina Valera Revisada (1960)  Gn 1.29-30



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