Saludos de Reflexiones de Fe.
Esta transcurriendo el tiempo en que hemos pasado de lo cotidiano a una serie de actividades que nos ha dejado exhaustos al final de esta temporada navideña. Es decir, llegaron los arreglos de la casa, las compras, los regalos, el compartir con la familia y los amigos más cercanos. Por supuesto, las fiestas con los seres queridos que nos permiten acercarnos más y disfrutar juntos de esta época.
Pero donde se hace mayor hincapié, es, en la renovación de la casa. Es en este período donde nos esforzamos por pintar y transformar nuestro hogar, a nuestro gusto y disfrutamos de la compra de muebles y demás para ponerla linda, acogedora, confortable, cómoda, considerando que las cosas se dañan con el paso del tiempo. De modo que al llegar esta temporada que representa un mayor ingreso y tiempo de vacaciones, es propicia la ocasión para trabajar de manera organizada, donde se involucra la familia.
Ahora bien, esto es posible porque se hizo primeramente una evaluación de las prioridades por renovar, la tarea de limpieza, pintura, decoración, plomería, albañilería, tapicería, entre otras. Decidir cuales se podían reparar por uno mismo y por un profesional. Elegir cuales objetos se regalan o venden y cuales se quedan. Recoger los desperdicios e ir despejando lugares para observar el trabajo que se ha realizado, y así ver los detalles para ser retocados.
¡Ah!, no podía faltar la planificación para ir de compras, adquirir los materiales para la remodelación y arreglo de la casa, objetos que se van a renovar, el árbol de navidad, adornos, ropa nueva, los regalos, los alimentos y dulces navideños, entre otros.
Y todo esto, con toda razón, es donde regresamos después de todas las actividades que realizamos durante el día, a nuestro hogar, descansamos, compartimos momentos felices y tristes, y es aquí donde vemos que nuestros niños crecen y nosotros como padres. Queremos entonces, convertir este lugar en el más preciado por todos. Así que el gasto y el trabajo que resulta por demás agotador, una vez culminado nos llena de mucha satisfacción, sabiendo que cada vez que regresemos de cada jornada nos espera una casa linda, confortable, donde los espacios que se remodelaron y se embellecieron nos brinda comodidad, agrado, tranquilidad, satisfacción en la vida. De esta manera poder decir con todo gusto y gozo ¡hogar dulce hogar!
Si bien es cierto, que es tiempo para hacer todas las cosas antes citadas, es también una época muy especial para renovar nuestra vida, de reflexionar, de cambios importantes para nuestro ser, como enriquecer nuestro espíritu acercándonos a Dios, podemos renovar nuestro matrimonio con amor, dedicación, corrigiendo esas debilidades que son tonterías pero que afectan a nuestra pareja de vida, acercándonos con amor, paciencia, tolerancia, reconociendo que somos seres único, con virtudes y debilidades, que juntos somos capaces de transformar nuestra realidad en algo bello y hermoso, ser novios aunque haya transcurrido el tiempo, ser capaces de sostener una buena comunicación, escuchar con atención, demostrando así que esa persona nos interesa, ser capaz de reír juntos, de abrazarnos y sentir que aun nuestro corazón palpita por ella o por él, ser ejemplos para nuestros hijos para que en un fututo nuestros hijos puedan lograr un matrimonio feliz y duradero. Ser buenos padres, documentarnos acerca de las etapas por las cuales pasan para ayudarlos adecuadamente, escucharlos con atención, dándoles a cada uno sus responsabilidades y de esa manera cada quien cumplirá con sus tareas. Ser padres amorosos, que ellos sientan que estamos allí dispuesto a todo por su bienestar. Ser padres y amigos.
Enfocarnos en lo material nunca podría satisfacer nuestra vida en su totalidad, nuestro espíritu no se satisface de las cosas visibles, si queremos darle sentido pleno a nuestra vida, lo podemos lograr a través de lo espiritual, de esa realidad infinita, absoluta que se llama: ¡Dios! Porque solo en Él, se fundamente al sentido de la vida humana.
De tal manera, que traerle luz renovada a nuestra vida, es vital, reflejar el amor de Cristo hacia otros es crucial en nuestra vida. Es importante en este tiempo renovar nuestra fe en: …un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.[1] De tal manera, que esta fecha no es solo de celebración navideña, sino que ha nacido el Salvador y restaurador del mundo. Esta fecha nos ofrece una oportunidad única de revisar nuestra vida, redescubrir y renovar nuestro espíritu para reafirmar nuestra imagen y semejanza con Dios.
El nacimiento que es anunciado: “Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.[2]” nos debe conectar con ese lugar dentro de nosotros que trasciende desde el nacimiento del Salvador en lo mas profundo de nuestro espíritu. Que el soplo de Dios que dio vida a Adán se renueve en estos momentos festivos ¡Feliz Navidad y que en el próximo año podamos tener paz!.
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