On 13:10:00 by Alexis Ochoa Molina in , , , , , ,    No comments

Desde el comienzo, Gn. 1:3 dice: “Y dijo Dios: Sea la luz, y fue la luz”. En la vida del pueblo judío, la luz tuvo y tiene un lugar muy importante en su vida espiritual, Dios se le presentó a Moisés en forma de luz, como se aprecia en  Ex.3:4 “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Dentro de las plagas que le fueron enviados al faraón están las tinieblas que cubrieron a Egipto. Sin embargo las casas de los judíos permanecieron encendidas, también Dios mandó a construir un templo y en medio de él un candelabro para dar luz al lugar Santo, y así sucesivamente llegamos al momento en que ocurrió entonces un milagro en épocas del segundo templo, reconstruido por lo judíos despues de su regreso de exilio de Babilinia “la lámpara que poseía aceite para un día su luz duro 7 días”, es por ello que los judíos celebran la fiesta de las luces, Janucá.

Ahora bien, para nosotros los cristianos hoy día, tiene también una gran importancia que se remonta de los tiempos de la creación hasta los actuales momentos.

5 Y éste es el mensaje que hemos oído de parte de él y os anunciamos: Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas.[1]

Con una inmensa preocupación comienza gloriosamente y delicadamente la enseñanza del apóstol  en 1 Juan 1:1-7, de lo que ha visto y  ha oído, y se ha manifestado desde el principio. La Luz, que estaba en el Padre iluminaba desde los cielos, y ahora está con nosotros, está en la tierra, 4En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.[2] , ¡demasiado increíble! su reflexión de fe, acerca de la “condición espiritual del alma del ser humano”, la cual se encuentra totalmente a oscura cuando no tenemos la luz de Cristo en nuestra vida, por ello la necesidad de debatir  esta antítesis entre la luz y las tinieblas, que surge muy probablemente por las enseñanzas o falsas doctrinas griegas de su “dios luz” (sol),  es decir, de una falsa cristología pagana, que se estaba impartiendo en la iglesia, donde enseñaban lo que hacían los griegos, que adoraban a su dios (sol) en la luz y andaban en tinieblas haciendo cosas incorrectas. Dos enseñanzas que dentro de la fe cristiana no son congruentes.

De manera que determina y aclara, mediante las oraciones condicionales ἵνα (que se traduce: para que) en los verso 3, para expresar propósito en relación al verbo tengáis: para que tengáis comunión con Él, lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, “para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”. , es decir, que si verdaderamente tenemos comunión debemos andar en luz, y no como los que andan en oscuridad   “El camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué tropiezan.[3], y son personas que se dejan guiar sin saber a dónde van Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.[4] Ya que en Dios no hay tinieblas.

Para concluir, el apóstol liquida la sola idea de caminar en la oscuridad siendo cristianos. La luz es Jesús, es la que irradia la vida del creyente, al  igual que en Janucá, es Jesús el aceite de vida que mantiene la lámpara de nuestro templo encendida, es lo que sucede cuando oramos fervientemente, nos comunicamos directamente con el Padre, que nos permite escuchar su voz, sentir su presencia de manera sobrenatural, es esa conexión los que nos hace crecer espiritualmente y vivir bajo sus preceptos, buscando cada vez más su hermosa luz, su presencia. Además, su sangre nos limpia de todo pecado que humanos podemos cometer, Él quita el polvo de nuestra lámpara dejándola limpia para adorarlo con libertad.

La luz de Jesús nos transforma en un ser especial y lleno de vida, nuestro rostro se transfigura en semblantes lindos y hermosos, que trasmitimos esa condición de estar en su presencia, que aleja todo endurecimiento de nuestro rostro: ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.[5]”, en ella hallamos sabiduría y mucho más que eso.

Canción:


“enciende una luz en la oscuridad” la luz de Jesús Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo;b el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.[6] “ amén, enciende la luz de tu vida, y has que alumbre en todo lugar al que vas, para que halle esperanza de vida,  y no se pierdan del camino, y cada día todos conozcan esa luz, la Luz de Jesús.

EL FAROL DEL CIEGO

Mat. 15:14b.

Un caballero estaba atravesando las calles obscuras de cierta ciudad, y vio que se le acercaba un hombre con un farol encendido en la mano. Cuando se acercó, el caballero vio por la luz de la linterna lo que ese hombre llevaba, que éste tenía los ojos cerrados. Pensativo, siguió adelante el caballero, mas sorprendido, se dijo: “Me parece que ese hombre está ciego.” Entonces regresó, alcanzó al ciego, y le dijo:

—Amigo, ¿es usted ciego?

—Sí, señor —contestó el interpelado.

—Entonces, ¿para qué lleva usted esa luz?

—Para que la gente no tropiece conmigo, señor.

De este ciego podemos aprender que es necesario hacer brillar nuestras luces para que evitemos que otros tropiecen a causa de nuestra ceguedad espiritual

[7] Lerín, Alfredo 500 Ilustraciones.





[1] Santa Biblia: Reina-Valera Actualizad. electronic ed. of the 1989 editio. El Paso : Baptist Spanish Publishing House, 1989; Published in electronic form by Logos Research Systems, 199 (Logos Library Syst), S. 1 Jn 1.5


[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jn 1.4

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr 4.19

[4] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Mt 15.14

[5] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ec 8.1

b 8.12: Mt. 5.14; Jn. 9.5.

[6] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jn 8.12-13

[7]Lerı́n, Alfred: 500 Ilustraciones., S. 323


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