On 12:00:00 by Alexis Ochoa Molina in Vida Cristiana No comments
Saludos de Reflexiones de fe
El Libro de Génesis, Cap. 1, Es un libro que nos ayuda a entender como nuestro amado Dios creó los cielos y la tierra de una manera maravillosa. Además explica como en una semana logró crear la luz, el día y la noche, las aguas, cielos, la tarde y la mañana, tierra, mares y produjo la tierra hierba verde, hierba que daba semilla, árboles de frutas y semillas, con la finalidad de que no faltará nada y así su creación pudiera alimentarse como también curarse las dolencias.
Así creó las lumbreras del cielo, el sol, las estrellas, las aves, los monstruos marinos, los peces, bestias y serpientes y animales según su género para que se multiplicaran y por último dijo Dios hagamos al hombre y a la mujer a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y señoree en toda su creación en la tierra y puntualizó que creó las plantas, árboles frutales, peces y demás para comer. Pienso que el hombre esta ligado a Dios y de manera significativa a la naturaleza porque vive de su heredad. Somos inquilinos en una propiedad creada por Dios y reflexionando sobre esta hermosa creación, cabe la pregunta ¿Qué sería del hombre si Dios nos privara de todos los beneficios de su creación? o ¿Qué pasaría si por un momento el sol dejara de alégranos los días y dejara de proporcionarles luz al mundo vegetal? . Considero pues, que debemos vivir reconociendo con humildad que el verdadero y único dueño de este mundo es Dios y que todo lo que existe proviene de Él, como lo expresa el Salmo 24:1: “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.”[1] Es decir, Dios es la fuente de todo don de vida, Él es nuestro sustento diario tanto material como espiritual.
Así creó las lumbreras del cielo, el sol, las estrellas, las aves, los monstruos marinos, los peces, bestias y serpientes y animales según su género para que se multiplicaran y por último dijo Dios hagamos al hombre y a la mujer a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y señoree en toda su creación en la tierra y puntualizó que creó las plantas, árboles frutales, peces y demás para comer. Pienso que el hombre esta ligado a Dios y de manera significativa a la naturaleza porque vive de su heredad. Somos inquilinos en una propiedad creada por Dios y reflexionando sobre esta hermosa creación, cabe la pregunta ¿Qué sería del hombre si Dios nos privara de todos los beneficios de su creación? o ¿Qué pasaría si por un momento el sol dejara de alégranos los días y dejara de proporcionarles luz al mundo vegetal? . Considero pues, que debemos vivir reconociendo con humildad que el verdadero y único dueño de este mundo es Dios y que todo lo que existe proviene de Él, como lo expresa el Salmo 24:1: “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.”[1] Es decir, Dios es la fuente de todo don de vida, Él es nuestro sustento diario tanto material como espiritual.
Si consideramos que Dios es nuestro sustento, entonces, debemos bendecir los alimentos antes de comer y“Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.”[2] Sumado a esta bendición previa de los alimentos, se encuentra el mandato de Dios de agradecer y bendecir después de comer, “Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.”[3] De esta manera todos los alimentos degustados serán santificados.
Agradecer después, por haber tenido la ocasión de alimentarnos. No obstante reconocemos que trabajamos para comprarlos y Dios a parte de esa provisión, nos da la energía para desarrollar nuestras capacidades y conseguir los recursos que necesitamos y llevarlos a nuestros hogares. Agradecer a Dios por todo lo que comemos es un mandato que esta implícito en las Sagradas Escrituras, vea lo que dice: 1era Samuel 9:13; Hechos 27: 35; 1era Cor. 11:24. Sin embargo, considero significativa lo expresado en Mateo 14:19; 15:36
Puedo concluir diciendo, que bendecir los alimentos antes y después de degustarlos es un acto de gratitud hacia el Dios Vivo y Poderoso de la creación, por su bondad, generosidad, misericordia, compasión y sobre todo por su infinito amor por nosotros, que nos permite llevarnos un bocado a la boca cada día, y de esa manera saciar nuestro apetito humanamente hablando. De esa forma cumplimos con el mandato de Dios de agradecer y bendecir los alimentos. Cabe destacar, que debemos recordar que el acto de alimentarnos es sagrado y noble. Se convierte en un acto unificador, porque nos unimos a esa maravillosa creación de Dios, cuando comemos los alimentos que provienen del reino animal, vegetal y mineral. No olvidemos que en lo espiritual “todo lo que sale de la boca de Dios” nos alimenta.
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